43 estudiantes que no quieren desaparecer

[ Ayotzinapa Presente. Foto por: Brenda Burgoa ]

Por Simón Sedillo

El gobierno federal mexicano ha declarado como muertos a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Los padres y el pueblo continúan ignorando las declaraciones oficiales ya que el gobierno sólo tiene pruebas de ADN que comprueban la muerte de tan solo un estudiante. Expertos austriacos han declarado que la supuesta evidencia utilizada para declarar la muerte de los 42 restantes como no concluyente y como imposible de trabajar.

La gente común de los Estados unidos no está prestando atención a esta situación, a pesar de la triste verdad que tienen enfrente.

Sin embargo, la desaparición de 43 estudiantes de formación rural en México ha resonado a nivel internacional. La «desaparición» como concepto es un acto difícil de entender en cualquier lugar del mundo. En américa latina las desapariciones no son sólo un pasado doloroso, sino también son algo cotidiano y peor aún, son un futuro extremadamente aterrador.

Las desapariciones forzadas son el verdadero terrorismo en América Latina.

La cantidad desproporcionada de actos de terrorismo del Estado contra la población en general, así como los actos cometidos por agentes no estatales, ha causado que la conciencia latinoamericana sea completamente inmune a las declaraciones institucionales sobre el estado de derecho, la justicia y el terrorismo.

Los 43 estudiantes desaparecidos son un verdadero problema para el gobierno mexicano.

Ellos no son un problema porque es horrible que 43 estudiantes puedan «desaparecer» en 2014.

Ellos no son un problema porque la esposa del alcalde de Iguala, Guerrero dio la orden de «darles una lección».

Ellos no son un problema porque hay evidencia de que las autoridades locales, la policía federal y los propios militares han sido implicados en la desaparición.

Ellos no son un problema, porque uno de los teléfonos celulares de los estudiantes mando su última señal desde una base militar en el estado de Guerrero.

Ellos no son un problema porque ahora más de 300 cuerpos han sido recuperados de fosas comunes en Iguala en solo 4 meses durante búsquedas iniciadas por los ciudadanos.

Ellos no son un problema, porque más de 25.000 personas han desaparecido en México en los últimos 10 años.

Los 43 estudiantes desaparecidos son un problema para el gobierno federal porque ésta historia ha ganado una enorme cantidad de atención, no sólo en los medios de comunicación de todo el mundo, sino en la conciencia del pueblo mexicano.

Los estudiantes desaparecidos son un problema porque todas las declaraciones oficiales del gobierno sobre el caso han perdido toda credibilidad, ya que se desvanecen patéticamente todos sus argumentos.

Los estudiantes desaparecidos son un problema porque desde su desaparición, se han llevado a cabo ocho marchas masivas en la Ciudad de México pesar de la prohibición oficial de realizar marchas sin el permiso correspondiente.

Los estudiantes desaparecidos son un problema porque desde su desaparición, el ayuntamiento de Iguala, las oficinas del gobierno estatal, las oficinas de los partidos políticos del estado, y la puerta principal del palacio nacional han sido incendiadas por estudiantes, maestros y el pueblo en general, hartos de esta realidad.

Los estudiantes desaparecidos son un problema, ya que opacaron la visita del presidente mexicano Enrique Peña Nieto a los Estados Unidos.

Los estudiantes desaparecidos son un problema para el gobierno federal mexicano, porque simplemente no quieren desaparecer.

Las desapariciones son actos de terror no destinadas a los desaparecidos.

Las desapariciones son actos de terror destinados a los que se quedan. Estos actos pretenden aterrorizar, someter, y silenciar comunidades enteras, y en ocasiones a países enteros. Las desapariciones se tratan del control sicológico de una población a través del miedo.

El problema con los 43 normalistas de Ayotzinapa es que en realidad lo que a desaparecido es el miedo que se utiliza para controlar al pueblo entero. Los padres de los estudiantes han declarado que «votar es votar por el crimen organizado» al que el gobierno acusa de cometer este crimen atroz.

A puertas cerradas nada ha cambiado. Los mismos trabajos cínicos y criminales de un gobierno que es capaz de desaparecer 25.000 personas en 10 años siguen funcionando a toda marcha. 43 estudiantes que simplemente no van a desaparecer y no han marcado ningún alto al narco-gobierno corrupto responsable de decenas de miles de muertes en la última década en lo que se denomina «la guerra contra el narco» interminable e hipócrita.

Hoy el gobierno federal mexicano ha declarado que los estudiantes están muertos, no desaparecidos y que es mejor que la gente comience a aceptar este hecho. El gobierno federal mexicano es como un niño con sus ojos cerrados y sus oídos tapados con los dedos repitiendo «Por favor que desaparezcan. Por favor que desaparezcan. Por favor que desaparezcan.» El problema es que los estudiantes no desaparecen y el gobierno federal mexicano no es un niño, es un monstruo horrible.

Como un monstruo, el gobierno federal mexicano tiene un plan, un propósito, y una estrategia. El plan es olvidar que esta desaparición pase lo más rápido posible. El propósito es continuar a fomentar las inversiones extranjeras, la extracción de recursos naturales y el comercio transnacional; incluyendo el tráfico tan lucrativo de narcóticos. La estrategia para llevar a cabo todo esto es dominar y controlar territorios enteros a través del control psicológico y social, la manipulación política, y de los medios de comunicación, así como el uso de la violencia.

En diciembre el gobierno federal reorganizó el mando de varias zonas militares en todo México. Alejandro Saavedra Hernández, el oficial a cargo de la región militar número 35 en México con sede en Chilpancingo, Guerrero, que incluye Iguala, se le dio un ascenso en rango de general de brigada a general de división. Sí, se le dio un ascenso. Su reemplazo en la zona militar 35 donde desaparecieron los 43 alumnos es el general de brigada Raúl Gámez Segovia.

Raúl Gámez Segovia es un especialista en inteligencia militar y un ex profesor de materias como guerra irregular y disturbios civiles.

Desde el 6 de febrero – 17 de abril de 1995 el entonces Mayor Raúl Gámez Segovia tomó un curso en la Escuela de las Américas (SOA por sus siglas en ingles) del Ejército de Estados Unidos en Fort Benning, en Columbus, Georgia y fue reconocido como un egresado distinguido en Inteligencia Militar para Oficiales.

La SOA es famosa por entrenar a una variedad de elementos militares criminales de toda america latina, incluyendo escuadrones de la muerte y algunos de los dictadores mas violentos de la historia quienes utitlizaban la desaparición forzada como un estrategia de control social.

Otros famosos egresados mexicanos de la SOA, hoy son de hecho miembros de carteles del crimen organizado. Estos sicarios antes formaban parte de una división de élite del ejército mexicano y desertaron de sus puestos oficiales y desde entonces se han unido a los carteles y en el caso de los Zetas, han creado uno de los cárteles más brutales de Mexico.

El gobierno de los Estados Unidos ha recibido varias advertencias internacionales sobre la corrupción excesiva en el gobierno mexicano y dentro de sus fuerzas armadas, incluyendo una falta total de control sobre armamento y personal militar. Los Estados Unidos le han brindado a México entrenamiento, armamento y recientemente en el período previo a este desastre $ 1900 mil millones de dólares en apoyos militares, a través de la Iniciativa Mérida conocido como Plan México.

La triste verdad es que la gente común en los Estados Unidos simplemente no están prestando atención. La verdad aún más triste es que pareciera que simplemente no les importa un carajo. Y la mas triste verdad es esta indiferencia se convierte en culpa para ellos.