Grupos de autodefensa y sus críticos

[ Foto: Juan José Estrada Serafín ]

Por Scott Campbell

Desde mediados de enero, cuando los grupos de autodefensa armados lanzaron una ofensiva contra el cártel de los Caballeros Templarios en la región de Tierra Caliente de Michoacán, México, mucho se ha escrito sobre la evaluación de pros y contras sobre el movimiento de los grupos de autodefensa. Críticas y especulaciones se han estabilizado desde la izquierda y la derecha, sin embargo, lo que ha sido en gran parte ausente es una apreciación de los hechos desde el lugar donde ocurren.

Desde la derecha, (incluyendo el gobierno y los medios masivos), los grupos de autodefensa han sido etiquetados como vigilantes que toman la ley en sus propias manos, armados por un cártel rival, y amenazan con convertirse en escuadrones de la muerte paramilitares al estilo AUC en Colombia. Tales temas de conversación sin mérito no son de interés aquí.

Lo que si es preocupante es la respuesta predominante de la izquierda, donde los grupos de autodefensa apenas reciben una tibia recepción. Mantenido a una distancia, el movimiento de autodefensa es escarmentado por no ser como el municipio autónomo de Cherán en Michoacán o la policía comunitaria CRAC en Guerrero. Por no ser indígenas, por no contar con una plataforma completa o por cooperar con el gobierno. Desde una perspectiva detrás de la pantalla del ordenador, los que están esquivando las balas de los Caballeros Templarios, (y en ocasiones del estado), se les dice con condescendencia lo que no son y lo que deberían hacer.

Afortunadamente para los grupos de autodefensa, ellos no esperan, ni tampoco solicitan, el apoyo de la izquierda. Por años, las comunidades de la Tierra Caliente se han enfrentado el asesinato, la violación, el secuestro, la extorsión y el terror a manos del cártel de los Caballeros Templarios, quienes operan con impunidad en la región. Ante la inacción del Estado, o la complicidad, hacia el cartel las comunidades decidieron, a través de asambleas, formar grupos de autodefensa. Al salir de estas asambleas comunitarias, sólo pueden considerarse manifestaciones legítimas de la voluntad del pueblo. La inclusión de los propietarios y empresarios en los grupos de autodefensa no niegan su origen popular, como todos los miembros de la comunidad fueron víctimas de las acciones del cártel.

Del mismo modo, únicamente teniendo como objetivo librar Michoacán de la delincuencia organizada, no los hace indignos del apoyo. Como formaciones armadas, tal vez no son también ecologistas, anti-capitalistas y anti-autoritarianos, aunque muchos en sus filas puedan que si lo sean. El enfoque en los carteles es claramente comprensible, ya que el principal impedimento para una vida digna para estas comunidades son los carteles. El enfoque en los Caballeros Templarios, a diferencia de otros cárteles, es también fácil de comprender. Lejos de significar que los grupos de autodefensa están armados y financiados por los cárteles rivales, es simplemente el hecho de que son los Caballeros Templarios quienes aterrorizan en Tierra Caliente, por lo que, naturalmente, serían el blanco principal de los grupos procedentes de Tierra Caliente. En numerosas entrevistas, los portavoces de los grupos de autodefensa han indicado su oposición a todo el crimen organizado que opera en Michoacán y en México.

Comparar los grupos de autodefensa con los de Cherán o la CRAC es también una crítica equivocada. Parte de ello se basa en el hecho de que los grupos de autodefensa ni son totalmente indígena ni son totalmente rural. En vez de aprobar la aparición de grupos urbanos de auto-organización mestizo, de algún modo, esto es presentado como un punto de crítica. Tal perspectiva es indigenista en el extremo y una negación de la organización basada en el origen étnico y local. Un pueblo oprimido tiene el derecho a organizarse y levantarse, independientemente de la composición de ese grupo, y con independencia de que si imita el modelo predominante de las formaciones armadas en México. Por último, muchos de los participantes son indígenas, tan sólo que eso no es el objetivo principal de la organización.

También se considera como un factor distintivo, el que los grupos de autodefensa, a diferencia de Cherán o la CRAC, si cooperan con la policía y el ejército. Esto es a la vez verdadero y falso. Sí,los grupos de autodefensa han aceptado integrarse en las fuerzas del estado. Al mismo tiempo, los grupos han demostrado previamente su voluntad de actuar en oposición al Estado, lo que es precisamente lo que trajo tanta atención a la situación de la Tierra Caliente y empujó al Estado que actuara en contra de los Caballeros Templarios. Algunos pueden criticar la medida como ingenuo, pero si el objetivo principal es de sacar la delincuencia organizada del área, los grupos de autodefensa permanecen armados y empoderados para hacerlo. El acuerdo puede ser visto como un movimiento táctico para lograr su objetivo. Si se convierte en un obstáculo para hacerlo, no hay pruebas de que los grupos no se romperían con el Estado y perseguir sus objetivos por su cuenta de nuevo.

La cooperación con las fuerzas del Estado, sin importar lo desagradable, es común para los grupos de autodefensa de Cherán y el CRAC; borrando los límites de cualquier crítica que utiliza la cooperación estatal como el estándar para el apoyo. Cherán ha invitado tanto a la Policía Federal y los militares para establecer bases cerca de su comunidad para ayudar a defenderse de la delincuencia organizada. La CRAC se unió recientemente a una organización rival, UPOEG, y se convirtió en una formación aprobado por el estado. Si esto es bueno o malo es otro tema. El punto es que el asunto no es tan sencillo cuando se trata de la relación del Estado con los grupos armados y las comunidades auto-organizadas en México.

El punto crucial de la situación es que los grupos de autodefensa deben ser evaluados por lo que son, no lo que uno quisiera que sean, o lo que uno podría desear que hagan. Y lo que son es el movimiento de un pueblo auténtico organizado en contra de una fuerza opresiva. Para mantenerlos a un nivel de pureza ni siquiera existente entre los movimientos que se criticaran en contra y de los que se compara, no es tan sólo intelectualmente deshonesto, sino también no-constructiva. Evaluados en base a su propio proceso de formación, sus propuestas y sus acciones, los grupos de autodefensa no han dado motivos para merecer recriminación. Ultimadamente, van a actuar independientemente de lo que, los quienes vienen de lejos, dicen o escriben sobre ellos. Lo mínimo de lo que se merecen, es una evaluación justa y desinteresada.