Amenaza de Genocidio: Mapeo Militar de Estados Unidos Contra los Indígenas de México

Por Simón Sedillo Para Left Turn Magazine

Los hechos son claros: comunidades indígenas en México están siendo acosadas por el ejército estadounidense con la ayuda de geógrafos de la Universidad de Kansas. En 2005, el Departamento de Geografía de la Universidad de Kansas recibió $500, 000 dólares de fondos del Departamento de Defensa para mapear tierras comunales indígenas en los estados mexicanos de San Luis Potosí y Oaxaca. Con la ayuda de la Oficina de Estudios Militares para el Extranjero de los Estados Unidos (FMSO, por sus siglas en inglés), localizada en la base militar del Fuerte Leavenworth en Leavenworth, Kansas; los profesores de geografía Peter Herlihy y Jerome Dobson han estado arando el camino del proyecto «México Indígena», una parte de un proyecto de mapeo mayor, las Expediciones Bowman.

El investigador de la FMSO asignado a las Expediciones Bowman, el Teniente Coronel Geoffrey B. Demarest, es sospechoso de usar los mapas para inteligencia militar en contra de comunidades indígenas que afirman su autonomía y auto-determinación a través de gobernar y poseer colectivamente su territorio. Según Demarest, el único camino para el ‘progreso y la seguridad’ en América Latina es el de la privatización de éste tipo de tierras comunales.

En publicaciones de la FMSO y en un libro de texto titulado «Geopropiedad: Asuntos Externos, Seguridad Nacional y Derechos de Propiedad», Demarest asegura que «la posesión informal e irregulada de tierras favorece el uso ilícito y la violencia”, y que la única solución para estos campos de cultivo de crimen e insurgencia es la privatización y titulación de la tierra.

No debiera sorprender, que Demarest no sólo fue entrenado en la Escuela de las Américas del Ejército Estadounidense (el centro famoso por enseñar tortura y creación de escuadrones de muerte paramilitares al personal militar Latinoamericano), pero también sirvió como el agregado militar de los Estados Unidos en la embajada de Guatemala entre 1988 y 1991, un tiempo de represión militar fuertemente respaldada por los Estados Unidos contra comunidades indígenas en Guatemala, con varios casos notorios de tortura y asesinato.

Antes de su trabajo en el proyecto “México Indígena”, Demarest estaba implementando sus estrategias de información geográfica en Colombia, por lo menos hasta 2003. Un ensayo de la FMSO de marzo de 2003, escrito por Demarest, titulado “Mapeando Colombia: Información Geográfica y Estrategia”, declara claramente el uso final de la información geográfica: “Mientras el valor forense de la información de la propiedad de tierra es relativamente obvio, no es tan obvia la correlación entre información geográfica y estrategia militar, pero esta correlación marca precisamente un atributo esencial de campañas contrainsurgentes exitosas.”

En el mismo ensayo, Demarest da un paso adelante y expone las intenciones imperialistas para la información geográfica y la estrategia: “El poder estratégico se convierte en la habilidad de retener y adquirir derechos de propiedad alrededor del mundo. El poder nacional, sub-, supra- o transnacional puede ser medido por consiguiente.”

La misión primaria de la FMSO es evaluar amenazas asimétricas y emergentes para la seguridad nacional de los Estados Unidos. Con amenazas asimétricas se refieren a ejércitos guerrilleros y organizaciones terroristas. Por otra parte, la FMSO está evaluando movimientos sociales influidos por indígenas, como amenazas emergentes para la seguridad de los intereses políticos y económicos en México.

Oliver Froehling, geógrafo y director académico de la Universidad de la Tierra en la ciudad de Oaxaca, resalta el peligro de este tipo de proyectos de mapeo cuando declara: “El proyecto México Indígena se suscribe a una estrategia político-militar. No podemos olvidar que el mapeo empieza en medio del debate sobre un paquete de financiamiento militar de los Estados Unidos conocido como la Iniciativa Mérida. El control y desplazamiento de comunidades indígenas pretende remover potenciales focos rojos en la política, contribuir al control militar de la región y finalmente ‘liberar’ recursos naturales para beneficio del gobierno y, a su vez, sus aliados trasnacionales.”

Resistencia Indígena

La noción de Demarest de que la mayor resistencia al orden mundial neoliberal en México viene de comunidades indígenas demandando autonomía y auto-determinación en la forma de territorio comunal no es, por supuesto, una sospecha. Así es.

En 1992, después de que el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari derogara el artículo 27 de la constitución, que había dado legalmente concesiones comunales de tierra a los campesinos indígenas de México, y en 1994, después de que se aprobara el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), una serie de levantamientos de liderazgo e inspiración indígena en el sur de México se han estado movilizando por la auto-determinación y la auto-defensa de su territorio.

Una de las luchas más notorias, es la de los Zapatistas, quienes ganaron atención global capturando un tercio del estado de Chiapas en las primeras horas del 1ero de enero de 1994, el día en que el TLCAN entró en vigor. Ellos denominaron su levantamiento armado indígena una lucha en contra de la muerte y el olvido; una lucha por la paz con dignidad, justicia y libertad. Mientras los fusiles de los Zapatistas se han mantenido en silencio durante los últimos 15 años, ellos han continuado resistiendo y, aún más importante, inspirando y escuchando a muchas luchas alrededor de México y el mundo.

El 14 de junio de 2006, una de esas luchas, una huelga sindical de maestros en la ciudad de Oaxaca, explotó rápidamente convirtiéndose en un levantamiento popular con una base indígena muy fuerte. El éxito del consiguiente levantamiento de 6 meses fue alimentado por ideas sobre las formas tradicionales de la tenencia de la tierra y las estrategias subsecuentes para el auto-gobierno que la vida comunal indígena implica. Campesinos indígenas, maestros, estudiantes, amas de casa y trabajadores se unieron en un enfrentamiento contra el gobernador del estado, Ulises Ruiz Ortiz, exigiendo su renuncia.

La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que en última instancia tomó la ciudad capital del estado por seis meses, utilizando una serie de bloqueos y que se autoproclamó el cuerpo de gobierno de facto, nació de una base fuertemente indígena. La primera asamblea general de la APPO, en la que participaron 270 delegados, fue organizada bajo el principio indígena mesoamericano de “mandar obedeciendo”. La asamblea general utiliza una forma indígena de organización por consenso que ha existido en Oaxaca por miles de años.

Ejerciendo su auto-determinación, miembros de la APPO ocuparon oficinas de gobierno estatal, local y federal por toda la ciudad. Estrategias de expropiación fueron empleadas inmediatamente. Comida, agua, transportación y comunicación, fueron los objetivos principales de expropiación. En un momento dado, mujeres de mediana edad de la APPO ocuparon un canal de televisión y una estación de radio manejados por el estado. Cuando las antenas de la estación fueron atacadas, la APPO respondió ocupando 13 estaciones de radio comerciales. Los oaxaqueños nunca imaginaron que podrían tomar la ciudad por tanto tiempo. Sin embargo, asesinatos, desapariciones, violaciones, tortura y tiroteos desde carros al mando de la policía en esta parte del estado, mermaron el ímpetu del movimiento social. Oaxaca y la APPO continúan resistiendo el régimen brutal del gobernador Ulises Ruiz Ortiz y demandando su renuncia.

La batalla por Oaxaca no es pequeña. El estado es estratégico para los intereses neoliberales y es extremadamente rico en recursos naturales. Ya se ha convertido en el emplazamiento de una serie de proyectos industriales implementados por el TLCAN y el Plan Puebla Panamá. Carreteras, vías férreas, puertos comerciales, corredores de energía eólica, minas, empresas agropecuarias y maquiladoras, son algunos ejemplos del “progreso” que los partidarios del Plan Puebla Panamá han tratado de vender. Sin embargo, durante los últimos 15 años, estos símbolos de progreso únicamente han desplazado sistemáticamente a comunidades indígenas, que ya no son consideradas “económicamente viables”. La vida humana en Oaxaca es otra variable desechable en la ecuación de ganancias del TLCAN. Desplazar a los indígenas de sus tierras y robarles sus medios de subsistencia es equivalente al genocidio.

Curiosamente, en 2006, al mismo tiempo que la APPO estaba en enfrentamientos en las calles de la capital, el proyecto de mapeo “México Indígena” movió silenciosamente sus operaciones del estado de San Luis Potosí a la Sierra Juárez, una región biológicamente diversa y rica en minerales del estado de Oaxaca.

Cuestión de identidad

Para los indígenas del sur de México, territorio y cultura están tan entrelazados en la vida diaria que uno sin el otro es como una bicicleta sin ruedas. Sin embargo, el ‘progreso y la prosperidad’ del libre comercio implican intrínsecamente una pérdida de identidad y tradición para las comunidades indígenas. El bombardeo constante de propaganda anti-indígena en caricaturas, programas de televisión y noticieros, no es un accidente. En el libre comercio ser indígena es culturalmente menospreciado. Los espectaculares en las carreteras entre pueblos indígenas, representan consumidores de tez blanca con ninguna relación en absoluto con la tierra de la que consumen. Los maniquís de todas las tiendas de ropa para mujeres en la ciudad de Oaxaca (la capital de un estado que es 70% indígena), son altos, flacos y muy, muy blancos. El producto cosmético más comúnmente vendido a mujeres indígenas es aclarador de piel. Para las comunidades indígenas de México, reclamar su autonomía y territorio es, por lo tanto, una reivindicación sumamente urgente de su identidad.

En Oaxaca los indígenas siempre han esado más dispuestos a morir luchando por su tierras, de lo que cualquier gobierno ha sido dispuesto a matarlos y arrebatárselas. Negar y criminalizar las formas tradicionales de tenencia de la tierra es negar la vida y cultura de los indígenas. Demarest, la FMSO y el ejército de Estados Unidos lo saben. Pero lo que han descubierto en sus estudios de territorio indígena y resistencia en México y otras regiones de América Latina, es que el arma más peligrosa para el neoliberalismo no es necesariamente la lucha por el poder del Estado, o la presencia de la fuerza física. Más bien, es la implacable creencia en el auto-gobierno y la auto-determinación, ejemplificada en la forma tradicional de poder horizontal, cosechada por comunidades indígenas de México que representan la más grande amenaza al orden mundial. Esta es la clave de la resistencia cultural, aplicable a cualquier lucha de base comunitaria por la auto-determinación.


Ramificaciones Urbanas

Las implicaciones de las Expediciones Bowman y los ensayos de Demarest se extienden más allá de las tierras indígenas, reverberando en todos los sectores de la sociedad, y en particular, en los pobres de los centros urbanos del mundo. En un ensayo de la FMSO de la primavera de 1995 titulado “Geopolítica y Conflicto Urbano Armado en América Latina”, Demarest criminaliza y advierte del potencial de los pobres en las ciudades de America Latina:

“Intereses monetarios en Latinoamérica continúan aislando, física y socialmente, a las comunidades pobres en expansión. Los barrios de techos de lámina se convierten en áreas gobernadas por separado. Ellos marcan las dimensiones físicas de las que, de alguna manera, son naciones autónomas dentro de las naciones. En algún punto, su liderazgo puede ser visto como una amenaza para la seguridad nacional en vez de una simple amenaza a la seguridad pública. Es ahí donde reside su importancia geopolítica.”

En una sección previa de este mismo ensayo, Demarest enlista actores anti-estado que encuentran su hogar entre los pobres del mundo:

“Características distintivas de las más grandes ciudades, también llamadas ‘ciudades de mundo’, de las que América Latina tiene varias, incluyen la marcada polarización económica y social y una intensa segregación espacial. Encontramos también lo que es probablemente un efecto de esas condiciones: las agendas complementarias e identidades superpuestas de una vasta selección de actores anti-estado. Anarquistas, criminales, los desposeídos, extranjeros entrometidos, oportunistas cínicos, locos, revolucionarios, líderes obreros, minorías étnicas nacionales, especuladores de bienes raíces y otros pueden todos formar alianzas de conveniencia. Estas ideas pueden ser tan específicas como resistirse a un aumento en el pasaje de los camiones, tan inmediatas como una oportunidad para hacer un saqueo tras una celebración de masas, o tan amplio como la identidad étnica.”

Como las tierras comunales indígenas, los barrios de techos de lámina no regulados son considerados por la FMSO como precursores de crimen e insurgencia. En los Estados Unidos y en ciudades alrededor del mundo, la privatización de comunidades pobres a través del aburguesamiento es una estrategia similar multifacética de marginación a través de la desvalorización, la criminalización y el desplazamiento. Ser pobre y organizar tu comunidad para sobrevivir por sus propios medios, ejercer auto-determinación, según los ensayos de Demarest, es ser una amenaza para los intereses políticos y económicos de Estados Unidos, domésticos y en el extranjero.


Simon Sedillo es un organizador chicano que lucha por de defensa de los derechos comunitarios. Realiza películas documentales y su trabajo se ha centrado en poner habilidades, cámaras, y equipo de edición en las manos de comunidades en resistencia para que puedan documentar sus propias historias de lucha. Sedillo ha pasado los últimos 6 años documentando y enseñando medios comunitarios y video- documentación en México, en comunidades de inmigrantes en Estados Unidos y con jóvenes de barrio a través de los Estados Unidos. Sedillo, que fue un colaborador para www.elenemigocomun.net, está actualmente de gira proyectando cortometrajes sobre Oaxaca y Chiapas y presentando un taller sobre neoliberalismo y auto-defensa de derechos comunitarios.

2 comentarios

  1. Menace de Génocide: Cartographie militaire des Etats Unis contre les indigènes du Mexique

    Par Simón Sedillo

    Les faits sont clairs: des communautés indigènes au Mexique sont harcelées par l’armée des Etats-Unis aidée des géographes de l’Université du Kansas. En 2005, le Département de Géographie de l’Université du Kansas a reçu 500 000 dollars de fonds du Ministère de la Défense pour cartographier des terres communales indigènes dans les états mexicains de San Luis Potosí et d’Oaxaca. Avec l’aide du Bureau des Etudes Militaires pour l’Etranger des Etats Unis (FMSO, sigle en anglais), situé dans la base militaire du Fort Leavenworth à Leavenworth, Kansas; les professeurs de géographie Peter Herlihy et Jérôme Dobson ont commencé la préparation du projet “Mexique Indigène”, petite partie d’un projet plus grand, les expéditions Bowman.

    Le chercheur du FMSO affecté aux expéditions Bowman, le Lieutenant Colonel Geoffrey B. Demarest, est suspecté d’utiliser les cartes pour l’intelligence militaire contre les communautés indigènes qui affirment leur autonomie et auto-détermination par la gouvernance et la possession collective de leur territoire. Selon Demarest, le seul chemin qui mène au “progrès et à la sécurité”en Amérique Latine est celui de la privatisation de ce type de terres communales.
    Dans des publications du FMSO et dans un livre de texte intitulé “Géo propriété: Affaires Etrangères, Sécurité Nationale et Droits de Propriété”, Demarest assure que “la possession non officielle et irrégulière de terres en favorise l’usage illicite et la violence”, et que la seule solution pour ces champs de culture du crime et de l’insurrection est la privatisation et la création de titres de propriété.

    On ne devrait pas s’étonner que Demarest ait été non seulement entraîné à l’Ecole des Amériques de l’Armée Etatsunienne (le centre célèbre pour son enseignement de la torture et la création des escadrons de la mort paramilitaires pour le personnel militaire latino-américain), mais aussi attaché militaire des Etats-Unis à l’ambassade du Guatemala de 1988 à 1991, période de répression militaire fortement soutenue par les Etats-Unis contre des communautés indigènes au Guatemala, avec de nombreux cas notoires de tortures et d’assassinats.

    Avant son travail dans le projet “Mexique Indigène”, Demarest mettait en place ses stratégies d’information géographique en Colombie, au moins jusque 2003. Un essai du FMSO de mars 2003, écrit par Demarest et intitulé “cartographie de la Colombie: Information Géographique et Stratégie”, déclare clairement le but final de l’information géographique: “Même si la valeur légale de l’information sur la propriété de la terre est relativement évidente, la corrélation entre information géographique et stratégie militaire ne l’est pas tant que ça, mais cette corrélation marque précisément un attribut essentiel des campagnes réussies de contre-insurrections”.

    Dans le même essai, Demarest fait un pas en avant et expose les intentions impérialistes sur l’information géographique et la stratégie: “Le pouvoir stratégique devient l’habileté de garder et d’acquérir des droits de propriété un peu partout dans le monde. Par conséquent, le pouvoir national, sous-, supra- ou transnational peut être mesuré.”

    La mission première du FMSO est d’évaluer des menaces asymétriques et émergentes pour la sécurité nationale des Etats-Unis. Par menaces asymétriques, ils font référence a des groupes de guérilleros et des organisations terroristes. D’autre part, le FMSO évalue les mouvements sociaux influencés par des indigènes, comme des menaces à la sécurité des intérêts politiques et économiques au Mexique.

    Oliver Froehling, géographe et directeur académique de l’Université de la Terre dans la ville de Oaxaca, met en évidence le danger de ce type de projet de cartographie quand il déclare: “Le projet Mexique Indigène se rallie à une stratégie politico-militaire. Nous ne pouvons oublier que la cartographie commence au milieu du débat sur un ensemble de financements militaires des Etats-Unis connus comme l’Initiative Merida; le contrôle et le déplacement de communautés indigènes prétend éloigner de potentiels éléments perturbateurs de la politique, contribuer au contrôle militaire de la région et enfin permettre au gouvernement puis à ses alliés transnationaux de s’emparer des ressources naturelles.”

    Résistance Indigène

    La notion de Demarest sur le fait que la résistance la plus importante à l’ordre mondial néolibéral au Mexique, vient des communautés indigènes qui réclament autonomie et autodétermination sous la forme de territoire communal, n’est évidemment pas à mettre en doute. C’est une réalité.

    En 1992, après que le président d’alors, Carlos Salinas de Gortari ait abrogé l’article 27 de la constitution, qui avait donné de façon légale des concessions communales de terres aux paysans indigènes du Mexique, et en 1994, après l’approbation du Traité de Libre Commerce de l’Amérique du Nord (TLCAN), une série de soulèvements de leadership et d’inspiration indigène dans le sud du Mexique se sont mobilisés pour l’auto-détermination et l’auto-défense de leur territoire.

    Une des luttes les plus notoires est celle des Zapatistes qui ont gagné l’attention mondiale en capturant le tiers de l’Etat du Chiapas dans les premières heures du premier janvier 1994, le jour où le TLCAN est entré en vigueur. Ils ont eux-mêmes appelé leur soulèvement armé indigène : lutte contre la mort et l’oubli, lutte pour la paix dans la dignité, la justice et la liberté. Même si les fusils des Zapatistes ont gardé le silence ces 15 dernières années, ils ont continué de résister et, plus important encore, d’inspirer et écouter de nombreuses luttes au Mexique et partout dans le monde.

    Le 14 juin 2006, une de ces luttes, une grève syndicale de professeurs dans la ville d’Oaxaca, a brusquement explosé, se transformant ainsi en soulèvement populaire à la base indigène très forte. Le succès du soulèvement de 6 mois qui a suivi a été alimenté par des idées sur les formes traditionnelles de l’appartenance de la terre et les stratégies subséquentes pour l’auto-gouvernance que la vie communale indigène implique. Des paysans indigènes, des professeurs, des étudiants, des maîtresses de maison et des travailleurs se sont unis dans un affrontement contre le gouverneur de l’Etat, Ulises Ruiz Ortiz, exigeant sa démission.

    L’Assemblée Populaire des Peuples de Oaxaca (APPO) qui, en dernière instance a pris la ville, capitale de l’Etat pendant six mois, au moyen d’une série de blocus, et qui s’est autoproclamée corps du gouvernement de fait, est née d’une base fortement indigène. La première assemblée générale de l’APPO, dans laquelle ont participé 270 délégués, a été organisée sous le principe indigène mésoaméricain de “commander en obéissant”. L’assemblée générale utilise une forme indigène d’organisation par consensus qui existe à Oaxaca depuis des milliers d’années.

    En faisant usage de leur autodétermination, des membres de l’APPO ont occupé des bureaux du gouvernement d’Oaxaca, de la municipalité, et des bureaux fédéraux dans toute la ville. Immédiatement, des stratégies d’expropriation ont été employées. Nourriture, eau, transport, et communication, ont été les objectifs principaux d’expropriation. A un moment donné, des femmes d’âge moyen appartenant à l’APPO ont occupé une chaîne de télévision et une station de radio manipulées par l’Etat. Quand les antennes de la station ont été attaquées, l’APPO a répondu par l’occupation de 13 stations de radios commerciales. Les Oaxaqueniens n’avaient jamais imaginé pouvoir prendre la ville autant de temps. Pourtant, assassinats, disparitions, viols, tortures et fusillades venant de voitures aux mains de la police dans cette partie de l’Etat, ont provoqué une baisse d’énergie du mouvement social. Oaxaca et l’APPO résistent toujours au régime brutal du gouverneur Ulises Ruiz Ortiz et continuent d’exiger sa démission.

    La bataille pour Oaxaca est loin d’être petite. Il s’agit d’un Etat stratégique en ce qui concerne les intérêts néolibéraux et il est extrêmement riche en ressources naturelles. Il a déjà été choisi pour implanter une série de projets industriels mis en place par le TLCAN et le plan Puebla Panama. Routes, voies ferrées, ports commerciaux, champs d’éoliennes, mines, entreprises agricoles et usines textiles, sont quelques exemples du “progrès “que les partisans du plan Puebla Panama ont essayé de vendre. Pourtant, lors des 15 dernières années, ces symboles de progrès n’ont fait que déplacer de manière systématique, des communautés indigènes, qu’on ne considère plus “viables économiquement “. La vie humaine à Oaxaca est une autre variable jetable dans l’équation de bénéfices du TLCAN. Déplacer les indigènes de leurs terres ou leur voler leur moyen de subsistance équivaut à un génocide.

    Curieusement, en 2006, au moment où l’APPO luttait dans les rues de la capitale, le projet de cartographie “Mexique Indigène “a déplacé en silence ses opérations de l’Etat de San Luís Potosí a la Sierra Juárez, région biologiquement diverse et riche en minéraux, de l’Etat d’Oaxaca.

    Question d’identité

    Pour les indigènes du sud du Mexique, territoire et culture sont tellement entrelacés dans la vie quotidienne que l’un sans l’autre, c’est comme une bicyclette sans ses roues. Pourtant, le “progrès et la prospérité “du libre commerce implique une perte d’identité et des traditions de manière intrinsèque pour les communautés indigènes. Le bombardement constant de propagande anti-indigène en BD, programmes télé et journaux télévisés, n’est pas accidentel. Dans le libre commerce, être indigène est culturellement méprisé. Les pancartes sur les routes entre les villages indigènes représentent des consommateurs à la peau blanche sans aucun rapport avec la terre dont ils sont consommateurs. Les mannequins de tous les magasins de vêtements pour femmes dans la ville d’Oaxaca (la capitale d’un Etat indigène à 70%) sont grands, maigres et très, très blancs. Le produit cosmétique le plus vendu aux femmes indigènes sert à éclaircir la peau. Pour les communautés indigènes du Mexique, réclamer l’autonomie et le territoire est par conséquent, une revendication extrêmement urgente de leur identité.

    A Oaxaca, les indigènes ont toujours été plus que disposés à mourir dans la lutte pour leurs terres, et tous les gouvernements tout aussi disposés à les tuer et les leur prendre. Nier et criminaliser les façons traditionnelles de posséder la terre, c’est nier la vie et la culture des indigènes. Demarest, le FMSO et l’armée des Etats-Unis le savent bien. Mais ce qu’ils ont découvert dans leurs études de territoire indigène et de résistance au Mexique et dans d’autres régions d’Amérique Latine, c’est que l’arme la plus dangereuse pour le néolibéralisme n’est pas forcément la lutte pour le pouvoir de l’Etat, ou la présence de la force physique. C’est plutôt la croyance ferme en l’auto-gouvernance et l’autodétermination, illustrée dans la forme traditionnelle du pouvoir horizontal, récoltée par des communautés indigènes du Mexique et qui représente la pus grande menace pour l’ordre mondial. Ceci est la clé de la résistance culturelle, applicable à toute lutte de base communautaire pour l’autodétermination.


    Ramifications Urbaines

    Les implications des expéditions Bowman et les essais de Demarest s’étendent au-delà des terres indigènes, se répercutant dans d’autres secteurs de la société, et en particulier sur les pauvres des centres urbains du monde entier. Dans un essai du FMSO du printemps 1995 intitulé “ Géopolitique et Conflit Urbain Armé en Amérique Latine ”, Demarest criminalise et met en garde contre le potentiel des pauvres dans les villes d’Amérique Latine:

    “Des intérêts monétaires en Amérique Latine continuent d’isoler physiquement et socialement les communautés pauvres en expansion. Les quartiers aux toits de tôle deviennent des zones gouvernées séparément. Ils composent les dimensions physiques par lesquelles, d’une certaine façon, ils deviennent des nations autonomes à l’intérieur des nations. Jusqu’à un certain point, leur leadership peut être vu comme une menace à la sécurité publique. C’est là que se trouve leur importance géopolitique.”

    Dans une section préalable de ce même essai, Demarest fait la liste des acteurs anti-Etat qui trouvent refuges parmi les pauvres dans le monde:

    “Des différentes caractéristiques des plus grandes villes, aussi appelées “ villes de monde ”, dont un grand nombre se trouve en Amérique Latine, on trouve la très marquée polarisation économique et sociale et une intense ségrégation spatiale. On trouve aussi, ce qui est probablement un effet de ces conditions, les agendas complémentaires et des identités superposées d’une vaste sélection d’acteurs anti-Etat : Anarchistes, criminels, pauvres, étrangers indiscrets, opportunistes cyniques, fous, révolutionnaires, leaders ouvriers, minorités ethniques nationales, spéculateurs de biens immeubles et bien d’autres, qui peuvent tous former des alliances de convenance. Ces idées peuvent être aussi spécifiques que de résister à une hausse du prix du ticket de bus, aussi immédiates qu’une opportunité de mettre à sac après une célébration de masse, ou aussi ample que l’identité ethnique.”

    Tout comme les terres communales indigènes, les quartiers aux “toits de tôle” non régulés sont considérés par le FMSO comme des précurseurs de crime et d’insurrection. Aux Etats-Unis et dans les villes un peu partout dans le monde, la privatisation de communautés pauvres à travers l’embourgeoisement est une stratégie militaire similaire aux multiples facettes de marginalisation par la dévalorisation, la criminalisation et le déplacement. Etre pauvre et organiser sa communauté pour survivre par ses propres moyens, exercer l’autodétermination, selon les essais de Demarest, c’est être une menace aux intérêts politiques et économiques des Etats-Unis, internes et extérieurs.


    Simon Sedillo est un organisateur chicano qui lutte pour la défense des droits communautaires. Il réalise des films-documentaires et son travail s’est centré sur la mise à disposition d’habilités, de caméras et d’équipements d’éditions pour les communautés en résistance, afin qu’elles puissent documenter leurs propres histoires de lutte. Sedillo a passé les six dernières années à documenter et enseigner des moyens communautaires et des vidéos-documentations au Mexique, dans des communautés d’immigrants aux Etats-Unis. Sedillo, qui a été collaborateur de http://www.elenemigocomun.net, est actuellement en tournée de projection de court- métrages sur Oaxaca et Chiapas et de présentation d’un atelier sur le néolibéralisme et l’autodéfense des droits communautaires.

  2. Minaccia di genocidio: Mappatura Militare degli Stati Uniti contro gli Indigeni del Messico

    Di Simon Sedillo per Left Turn Magazine

    I fatti parlano chiaro: le comunità indigene in Messico sono perseguitate dall’esercito degli Stati Uniti con l’aiuto di geografi della Università del Kansas. Nel 2005 il dipartimento di Geograria dell’Università del Kansas ha ricevuto 500.000 dollari di finanziamenti dal Dipartimento della Difesa per mappare i terreni comunali indigeni negli stati messicani di San Luis Potosì e di Oaxaca. Con l’aiuto dell’Ufficio di Studi Militari Esteri degli Stati Uniti (FMSO nell’acronimo inglese) con sede nella base militari di Fort Leavenworth, a Leavenworth, Kansas. I professori di geografia Peter Herlihy e Jerome Dobson hanno preparato il terreno del progetto “Messico Indigeno”, una parte di un progetto più grande, le Spedizioni Bowman.

    Il ricercatore del FMSO assegnato alle Spedizioni Bowman, il Tenente Colonnello Geoffrey B. Demarest, è sospettato di utilizzare le mappe con finalità di intelligence militare contro le comunità indigene che affermano la propria autonomia ed autodeterminazione attravero il governo e ed il possesso collettivo del proprio territorio. Secondo Demarest, l’unica strada per il “progresso e la sicurezza” in America Latina è quella della privatizzazione di questo tipo di terre comunali.

    Nelle pubblicazioni del FMSO e in un libro di testo intitolato “Geoproprietà: affari esteri, sicurezza nazionale e diritti di proprietà”, Demarest assicura che “il possesso informale e non regolato delle terre favorisce l’uso illecito e la violenza” e che l’unica soluzione per questo brodo di coltura del crimine e dell’insorgenza è la privatizzazione e la titolazione della terra.

    Non dovrebbe sorprendere che Demarest non solo è stato addestrato nella Scuola delle Americhe dell’Esercito USA (il centro famoso per l’insegnamento della tortura e della creazione degli squadroni della morte paramilitari al personale militare Latinoamericano) ma ha anche prestato servizio come addetto militare degli Stati Uniti nell’ambasciata in Guatemala tra il 1988 ed il 1991, un’epoca di repressione militare fortemente sostenuta dagli Stati Uniti contro le comunità indigene in Guatemala, con diversi casi molto noti di tortura ed omicidi.

    Prima del suo lavoro nel progetto “Messico Indigeno” Demarest aveva sviluppato le sue strategie di informazione geografica in Colombia, almeno fino al 2003. Un saggio del FMSO del marzo del 2003, scritto da Demarest si intitola “Mappando la Colombia: informazione geografica e strategia” e dichara apertamente l’utilizzo finale dell’informazione geografica: “Mentre il valore legale della proprietà della terra è relativamente ovvio, non è altrettanto evidente la correlazione tra informazione geografica e strategia militare, ma questa correlazione segna precisamente un attributo essenziale delle campagne controinsurrezionali che hanno successo”.

    Nello stesso saggio Demarest fa un passo avanti ed espone le intenzioni imperialiste per l’informazione geografica e la strategia: “il potere strategico si trasforma nell’abilità di catturare ed acquisire diritti di proprietà in tutto il mondo. Il potere nazionale, sotto-, sovra- o transnazionale può essere misurato di conseguenza”.

    La missione principale del FMSO è quella di valutare le minacce asimmetriche ed emergenti per la sicurzza nazionale degli Stati Uniti. Come minacci asimmetriche ci si riferisce agli eserciti guerriglieri ed alle organizzazioni terroristiche. D’altra parte l’FMSO sta valutando i movimenti sociali influenzati dagli indigeni come minacce emergenti per la sicurezza degli interessi politici ed economici in Messico.

    Oliver Froheling, geografo e direttore accademico della Università della Terra nella città di Oaxaca mette in luce il pericolo di questo tipo di progetti di mappatura quando afferma: “Il progetto Messico Indigeno si sottomette ad una strategia politico-militare. Non possiamo dimenticare che la mappatura inizia all’interno di un dibattito su un pacchetto di finanziamenti militari degli Stati Uniti conosciuto come l’Iniziativa Merida. Il controllo e lo sgombero delle comunità indigene servirebbe e rimuovere eventuali punti critici nella politica, contribuire al controllo militare della regione e finalmente “liberare” risorse naturali a beneficio del governo e allo stesso tempo, dei suoi alleati transnazionali.”

    Resistenza Indigena

    La argomento di Demarest secondo il quale la maggiore resistenza all’ordine mondiale neoliberale in Messico viene dalle comunità indigene che chiedono autonomia ed auto-determinazione sotto forma di territorio comunale non è solamente un sospetto, è proprio così.

    Nel 1992, dopo che il presidente di allora Carlos Salinas de Gortari derogò l’articolo 27 della Costituzione, che aveva dato legalmente delle concessioni comunali di terra ai contadini indigeni del Messico, e nel 1994, dopo che fu approvato il Trattato di Libero Scambio dell’America del Nord (TLCAN) una serie di insurrezioni ispirate e dirette dagli indigeni si sono mobilitate per l’autodeterminazione e l’autodifesa del proprio territorio.

    Una delle lotte più note è quella degli Zapatisti che catturarono l’attenzione globale occupando un terzo dello Stato del Chiapas nelle prime ore del 1 gennaio 1994, il giorno dell’entrata in vigore del TLCAN. Loro chiamarono la rivolta indigena armata una lotta contro la morte e l’oblio; una lotta per la pace con dignità, giustizia e libertà. Mentre i fucili degli Zapatisti sono rimasti in silenzio negli ultimi quindici anni, loro hanno continuato a resistere e, cosa ancora più importante, ad ispirare ed ascoltare molte lotte in Messico e nel mondo.

    Il 14 giugno del 2006, una di queste lotte, uno sciopero dei maestri nella città di Oaxaca, esplose rapidamente trasformandosi in una rivolta popolare con una base indigena molto forte. Il successo della sollevazione di sei mesi che ne seguì fu alimentato dalle idee sulle forme tradizionali di proprietà della terra e dalle strategie conseguenti di auto-governo che implica la vita contadina in comune. Contadini indigeni, maestri, studenti, casalinghe ed altri lavoratori si unirono in uno scontro con il governatore dello Stato, Ulises Ruiz Ortiz, reclamando le sue dimissioni.

    L’Assemblea Popolare dei Popoli di Oaxaca (APPO) che occupò la capitale dello stato per sei mesi, utilizzando una serie di blocchi e che si proclamò organismo di governo di fatto, nacque da una basse fortemente indigena. La prima assemblea generale della APPO alla quale parteciparono 270 delegati, fu organizzata sotto il principio indigeno centroamericano del “comandare obbedendo”. L’assemblea generale utlizza una forma indigena di organizzazione per consenso che ha esistito a Oaxaca per migliaia di anni.

    Esercitando l’autodeterminazione i membri della APPO occuparono gli uffici del governo statale, locale e federale di tutta la città. Furono immediatamente impiegate delle strategie di espropriazione. Cibo, acqua, trasporti e comunicazione furono gli obiettivi principali dell’esproprio. In un momento dato, le donne di mezza età della APPO occuparono un canale televisivo ed una stazione radio di stato. Quando le antenne della stazione furono attaccate, la APPO rispose occupando 13 stazioni commerciali. Gli abitanti della città non avevano mai immaginato di poter occupare la città per tanto tempo. Tuttavia gli omicidi, le sparizioni, le violenze, la tortura e le sparatorie dalle auto per mano della polizia, in questa parte dello Stato, indebolirono la spinta del movimento sociale. Oaxaca e la APPO continuano comunque a resistere al regime brutale del governatore Ulises Ruiz Ortiz ed a esigere le sue dimissioni.

    La battaglia di Oaxaca non è piccola. E’ uno Stato strategico per gli interessi neoliberali ed estremamente ricco di risorse naturali. Si è infatti già trasformato nella base di una serie di progetti industriali implementati dal TLCAN e dal Plan Puebla Panama. Strade, ferrovie, porti commerciali, corridoi di energia eolica, miniere, imprese di allevamento e industrie di assemblaggio, sono alcuni degli esempi del “progresso” che i sostenitori del Plan Puebla Panama hanno cercato di vendere. Ma durante gli ultimi 15 anni, questi simboli del progresso hanno unicamente sgomberato con la forza e sistematicamente le comunità indigene che non sono più considerate “economicamente convenienti”. La vita umana a Oaxaca è un’altra variabile usa e getta nell’equazione di guadagni del TLCAN. Sgomberare gli indigeni dalle loro terre e rubargli i mezzi di sussistenza è l’equivalente di un genocidio.

    Curiosamente nel 2006, mentre la APPO stava scontrandosi nelle strade della capitale, il progetto di mappatura “Messico Indigeno” spostò silenziosamente le proprie operazioni dallo Stato di San Luis Potosì alla Sierra Juarez, una regione ad altra diversità biologica e molto ricca di minerali nello Stato di Oaxaca.

    Questione di identità

    Per gli indigeni del sud del Messico, territorio e cultura sono tanto compenetrati nella vita quotidiana che l’uno senza l’altra sono come una bicicletta senza ruote. Ma il “progresso e la prosperità” del libero scambio implicano intrinsecamente una perdita di identità e di tradizione per le comunità indigene. Il bombardamento costante di propaganda anti-indigena nelle vignette, nei programmi televisivi e nei notiziari non è una casualità. Nel libero mercato essere indigeno è culturalmente disprezzabile. Le pubblicità nelle strade attraverso i villaggi indigeni mettono in scena consumatori con la pelle bianca senza nessuna relazione con la terra di chi consuma. I manichini di tutti i negozi di vestiti da donna della città di Oaxaca (uno stato con il 70% di popolazione indigena) sono alti, magri e molto, molto bianchi. Il prodotto cosmetico maggiormente venduto alle donne indigene è la pomata per schiarire la pelle. Per le comunità indigene del Messico, reclamare la propria autonomia ed il proprio territorio è pertanto, una rivendicazione estremamente urgente della propria identità.

    A Oaxaca gli indigeni sono sempre stati disposti a morire lottando per le proprie terre quando qualche governo è stato disposto a ucciderli per strappargliele. Negare e criminalizzare le forme tradizionali di proprietà della terra significa negare la vita e la cultura degli indigeni. Demarest, il FMSO e l’esercito degli Stati Uniti lo sanno. Ma quello che hanno scoperto nei loro studi del territorio indigeno e della resistenza in Messico e in altre regioni dell’America Latina è che l’arma più pericolosa per il neoliberalismo non è necessariamente la lotta per il potere dello Stato o la presenza della forza fisica. E’ piuttosto l’inarrestabile fiducia nell’autogoverno e nell’autodeterminazione, esemplificata dalla forma tradizionale di potere orizzontale, coltivata dalle comunità indigene del Messico che rappresentano la più grande minaccia all’ordine mondiale. Questa è la chiave della resistenza culturale, applicabile ad ogni lotta comunitaria e di base per l’autodeterminazione.


    Ramificazioni urbane

    Le implicazioni delle Spedizioni Bowman e dei saggi di Demarest si estendono oltre i territori indigeni, con risonanze in tutti i settori della società ed in particolare nei poveri dei centri urbani del mondo. In un saggio del FMSO della primavera del 1995 intitolato “Geopolitica e conflitto urbano in America Latina”, Demarest criminalizza ed avverte sul potenziale dei poveri nelle città dell’America Latina:

    “Gli interessi monetari in Latinoamerica continuano ad isolare, fisicamente e socialmente, le comunità povere in espansione. I quartieri con il tetto di lamiera diventano aree governate a parte. Essi segnano le dimensioni fisiche di quelle che sono in qualche modo delle nazioni autonome dentro le nazioni. A un certo punto la loro leadership può essere vista come una minaccia per la sicurezza nazionale invece che una semplice minaccia per la sicurezza pubblica. E’ lì che risiede la loro importanza geopolitica.”

    In una sezione precedente dello stesso saggio, Demarest elenca gli attori anti-stato che trovano posto tra i poveri del mondo:

    “Le caratteristiche distintive delle più grandi città, anche chiamate “città globali”, varie delle quali sono in America Latina, includono la spiccata polarizzazione economica e sociale ed una intensa segregazione spaziale. Troviamo anche quello che è probabilmente un effetto di queste condizioni: le agende complementari e le identità sovrapposte di una vasta gamma di attori anti-stato. anarchici, criminali, poveracci, stranieri impiccioni, opportunisti cinici, pazzi, rivoluzionari, leaders operai, minoranze etniche nazionali, speculatori immobiliari ed altri che possono formare tra loro alleanze di convenienza. Queste idee possono essere tanto specifiche come la resistenza all’aumento del biglietto dell’autobus, tanto immediate come l’opportunità di fare un saccheggio dopo una festa di massa, o tanto ampie come l’identità etnica”.

    Al pari delle terre comuni indigene, i quartieri di baracche senza piano regolatore sono considerati dal FMSO come precursori del crimine e della insorgenza. Negli Stati Uniti, e nelle città di tutto il mondo, la privatizzazione delle comunità povere attraverso l’imborghesimento è una strategia simile, con molte facce di emarginazione attraverso la svalorizzazione, la criminalizzazione e lo sgombero. Essere povero ed organizzare la propria comunità per sopravvivere con le proprie forze, esercitare autodeterminazione, secondo i saggi di Demarest, significa essere una minaccia per gli interessi politici ed economici degli Stati Uniti, in patria e all’estero.


    Simon Sedillo è un attivista chicano che lotta per la difesa dei diritti comunitari. Realizza documentari e il suo lavoro si è diretto a mettere le capacità, le telecamere e i mezzi per il montaggio nelle mani delle comunità in resistenza affinché possano documentare le proprie storie di lotta. Sedillo ha passato gli ultimi 6 anni documentando ed insegnando mezzi di comunicazione comunitari e video-documentazione in Messico, nelle comunità di migranti e con i giovani dei quartieri negli Stati Uniti. Sedillo che è stato un collaboratori di http://www.elenemigocomun.net attualmente sta viaggiando per proiettare cortometraggi su Oaxaca e il Chiapas e per presentare un corso di formazione su neoliberalismo ed autodifesa dei diritti comunitari.

Los comentarios están cerrados.